La Bretaña de la Segunda Guerra Mundial
En 2024 se conmemoran los 80 años de la operación Overlord, el mayor despliegue militar de todos los tiempos para desalojar al ocupante nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Para apoyar el Desembarco de Normandía, paracaidistas franceses se tiraron sobre las costas de Armor y del golfo del Morbihan durante la noche del 5 al 6 de junio de 1944.
Los vestigios de este episodio histórico salpican la costa bretona y permiten a curiosos y a apasionados de la historia imaginar lo que debieron vivir estos soldados, los miembros de la resistencia y los habitantes de Bretaña.
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Saint-Malo sobre los pasos de La luz que no quieres ver
Saint-Malo y sus fortificaciones dominan la costa norte de Bretaña. Durante la Segunda Guerra Mundial, este pueblo costero repleto de leyendas e historias de corsarios fue el último reducto alemán recuperado por los aliados, tras sucesivos borbambeos que destruyeron un 80% del núcleo de intramuros.
El escritor norteamericano, Anthony Doerr, nos lleva por las calles del Saint-Malo de esa época, de la mano de Marie-Laure una heroína invidente que protagoniza su exitosa novela La luz que no puedes ver.
Para los aficionados de la novela o de la serie de netflix que quieran seguir los pasos de Marie-Laure, no les hace falta imitarla contando las alcantarillas para ubicarse en la ciudad ya que la oficina de turismo ofrece un itinerario de cuatro kilómetros y catorce paradas que acaba en la Cité de Alet.
En lo que se refiere a la dominación nazi, en la desembocadura del río Rance hay un conjunto de búnkeres que se convirtió en Memorial. Este recorrido solo se puede realizar mediante visitas guiadas de una hora que permiten entender los eventos que se desarrollaron en la región de Saint-Malo entre los años 1940 y 1944.
Una ruta por la red de fuga Shelburn
A través de relatos de testigos, los senderistas pueden descubrir la red Shelburn de apoyo a la fuga, en Plouha, en la costa norte de Bretaña, retomando los pasos que los miembros de la resistencia daban para repatriar a los aviadores británicos que caían en suelo francés en el año 1944.
Es un sendero señalizado de tres kilómetros cargado de historia y de emoción, clasificado como uno de los lugares más importantes de la resistencia francesa. La meta es la playa Bonaparte, puerta de la libertad, que alcanzaban deslizándose por el acantilado más alto de Bretaña.
El camino comienza en la capilla Saint Samson, en Plouha, y sigue campo y bosque a través hasta alcanzar este acantilado de más de cien metros de altura. Desde ahí se ve la punta de la Tour que los niños llamaban el cocodrilo por su forma.
La bajada original era abrupta, así que se fue dibujando un sendero alternativo que bordeaba la bahía de Cochat hasta llegar al túnel que daba acceso a la playa Bonaparte.
Con los pies en la arena, uno se da cuenta de las dificultades de este recorrido y del peligro al que se enfrentaban estas mujeres y estos hombres durante la última guerra mundial.
La base de submarinos alemanes en Lorient
Con sus tres bloques de hormigón armado (K1, K2 y K3), la antigua base de submarinos de Kéroman es un lugar importante del patrimonio arquitectónico militar, una auténtica huella de los enfrentamientos del siglo XX.
Construida por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y 1943, es la más importante del Muro Atlántico. Situada en el sur de la ciudad costera de Lorient, se extiende sobre una superficie de 26 hectáreas y tiene capacidad para unos treinta submarinos.
Hoy día sus búnkeres tienen una nueva vida. El búnker K3, el mayor de ellos, se mantiene como testimonio del pasado para que las nuevas generaciones aprendan qué ocurrió allí. A través de una visita guiada que recorre sus 135 escalones, se descubre cómo se ha construido, su funcionamiento y su historia. Al final de la visita, se accede a su tejado desde el que se puede disfrutar de unas vistas excepcionales de la ensenada de Lorient.
El búnker K2 ofrece otra experiencia interesante, aunque de origen posterior a la Segunda Guerra Mundial, con la visita del submarino Flore-S645 convertido en museo.
Museo Mémoires 39-45 en Plougonvelin
Después de cuatro años de obras, Clément y Aurélien Coquil, dos hermanos apasionados de la Segunda Guerra Mundial y nietos de un miembro de la resistencia, abrieron en el año 2017 el Museo Mémoires 39-45 en un búnker modular de cinco plantas y 500 metros cuadrados de exposición. Este auténtico iceberg de hormigón, con dos tercios ocultos en el suelo, está situado entre la punta Saint-Mathieu y el pueblo de Plougonvelin.
En este recorrido exterior se puede disfrutar de un tanque Sherman, el mítico blindado de la armada americana, totalmente renovado. La visita empieza en el acuartelamiento de los 25 soldados de la artillería costera que defendía la posición.
En estos lugares restaurados fielmente, uno se sumerge en el día a día del Muro del Atlántico a través de recreaciones escénicas impactantes que destacan por su realismo y la calidad de su ambiente sonoro: los dormitorios comunes de la tropa, la habitación del oficial, ventiladores que filtran los gases de combate y el baño, entre otras estancias.
Las siguientes plantas están dedicadas a la guerra y a la ocupación de Bretaña que se rememoran a través de objetos, documentos y anécdotas. Este es un museo interactivo que nos sumerge en la angustiosa experiencia de vivir en un refugio antibombas además de reproducir cómo fue el bombardeo aéreo sobre Brest durante la ocupación.
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