Córcega en once experiencias
Córcega es mucho más que paisajes montaraces e inacabables carreteras sinuosas. La llamada isla de la belleza atesora algunos savoir-faire que merece la pena descubrir, muchos de ellos vinculados a su excelsa gastronomía y a tradiciones ancestrales que han llegado intactas hasta nuestros días. En un viaje a Córcega es imprescindible llevarse de recuerdo estas once experiencias.
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Saborear sus deliciosos embutidos
La charcutería corsa es una de las mejores de Francia y una de las más sabrosas. Muchos productos proceden de jabalíes que viven en semi-libertad –es muy habitual ver una manada de estos animales cruzando tranquilos una carretera- y comen castañas y bellotas, es decir, tienen una alimentación de calidad. Asimismo son productos ahumados con madera de castaño, un proceso que potencia su gusto. Destacan el prisuttu (jamón), el salame (salchichón), la coppa y los típicos figatelli, una especie de salchicha en forma de “U” elaborada con la casquería del cerdo.
Degustar los quesos corsos
Córcega es famosa también por sus quesos, agrestes y con personalidad como su paisaje. Existen cinco variedades según su zona de producción: bastelicaccia, sartinese, venachese, niulincu y calinzianincu. La mayoría se realizan con leche de oveja y cabra y hacen las delicias de los más queseros.
Caer en la tentación del irresistible brocciu
Mención aparte merece el queso fresco brocciu, uno de los productos abanderados de la cocina corsa.
Se elabora a base de lactosuero y de leche de oveja o cabra, y se come solo o en algunos platos emblemáticos (tanto salados como dulces) como la tortilla o los tradicionales frittelle.
El único maestro quesero de la isla se llama Jean-François Brunelli y gestiona una pequeña e histórica fromagerie, situada en la aldea Rotulu, a las afueras de la ciudad de Ajaccio.
En su negocio familiar se esconden los secretos de la elaboración artesanal del brocciu, que todavía se prepara en calderos de cobre casi centenarios. La producción de esta delicia corsa se hace desde finales de noviembre hasta finales de junio.
Comer los típicos migliaccioli y frittelle
Los migliacci o migliaccioli son unos de los platos más típicos de la isla y son habituales en las cartas de los restaurantes corsos.
Los ingredientes básicos de este entrante son harina de trigo, levadura (aunque ésta se puede sustituir por cerveza), queso fresco (brocciu o de otro tipo), sal y pimienta. Se fríen en aceite de oliva que en Córcega tiene denominación de origen.
Por su parte, los frittelle son una especie de buñuelos elaborados con harina de trigo o de castaña (un producto muy habitual de Córcega) que se pueden comer también rellenos de brocciu o de salame.
Los frittelle más auténticos los producen desde hace décadas la familia Perrin en la localidad norteña de Calenzana, que guarda en secreto los ingredientes que usan para cocinar este manjar.
Delitarse con sus vinos
Córcega cuenta con una orografía muy diversa que regala una gran variedad de terruños en donde se cultivan diferentes tipos de vides. Esta isla mediterránea, que ha sido y es un referente en la viticultura desde la antigüedad, produce unos vinos excelentes, los únicos insulares de Francia.
En su mayoría son tintos, a base de variedades de uva autóctonas como la sciaccarellu o la nielluccio, aunque también se elaboran rosados y blancos.
Muscat de Cap Corse
Merece una mención especial el Muscat du Cap Corse, un vino dulce a base de moscatel de grano pequeño, ideal para tomar como aperitivo o con el postre. Algunas bodegas como, por ejemplo, el Domaine de Pietri, en Morsiglia, lo hacen de manera tradicional dejando secar las uvas al sol.
Saborear los licores y aperitivos corsos
Los espirituosos corsos más importantes son el aquavitae, un aguardiente local, y los licores de castaña y de mirto. Este último se obtiene a través de la maceración alcohólica de las bayas y hojas del arrayán, una planta común en Córcega.
El aperitivo más famoso es el Cap Corse Mattei y es muy recomendable visitar la tienda que esta marca tiene en Bastia, la segunda ciudad más importante de la isla.
El placer de lo dulce
Los más golosos tienen una cita en la Confiserie Saint Sylvestre ubicada en Sovéria, un pequeño pueblo de montaña cerca de Corte.
Este negocio, creado en el año 1985 por Marcel Santini, se ha especializado en la fabricación de frutas confitadas (clementinas, cidras y pomelos, entre otras), turrones de diferentes tipos, caramelos y pastas de frutas que exportan para grandes marcas.
El arte de la cuchillería
El cuchillo plegable, también llamado cuchillo de pastor o Cornicciolu, es uno de los productos más emblemáticos de Córcega.
La elaboración artesanal de este objeto empieza por el mango que puede ser de cuerno de cabra o de carnero, o bien de madera de castaño, olivo u otros árboles locales.
A continuación se forja la hoja en la fragua para que se adapte perfectamente a la empuñadura dando como resultado un producto único ya que no hay dos cuchillos corsos iguales. Tradicionalmente se regala a los chicos cuando llegan a la adolescencia.
Los aromas de Córcega
Un savoir-faire muy típico de Córcega es la producción de aceites esenciales y en la isla hay diversos talleres que están abiertos al público donde muestran cómo elaboran las tradicionales esencias locales.
Se usan plantas aromáticas que se recolectan en el terreno como el romero, el arrayán (mirto) o la verbena y son la base de productos como cremas o jabones.
Escuchar los cantos polifónicos corsos
No os podéis ir de de esta isla sin escuchar un concierto de cantos polifónicos, expresión del orgullo corso, una tradición oral que servía para explicar acontecimientos del presente a una población que no sabía leer.
Estos cantos tradicionales forman parte desde el año 2009 del Patrimonio Inmaterial de la Unesco.
Guía de Córcega
Vídeo de Córcega
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