Los mercadillos de Navidad en Bruselas y Lieja
Dicen que no hay ningún lugar mejor que el norte de Europa para celebrar la Navidad. Que en ningún lugar se vive el espíritu navideño tan intensamente como en los países nórdicos. El frio, por ejemplo, es un elemento que siempre se ha asociado a la Navidad, y nada más bajar del avión en el aeropuerto de Bruselas nos damos cuenta de que estamos en el lugar adecuado.
El sol nos ha dado la bienvenida y nos ha engañado, haciéndonos pensar desde el avión que no sería para tanto, pero el contacto con el aire es un ataque de pellizcos helados, para despejarnos bien después del madrugón en Barcelona.
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Euronavidades en Bruselas
Lo que sorprende siempre de la capital europea es la presencia de cada vez más edificios relacionados con el espacio único europeo y de las corbatas que pueblan sus calles. Aquí, nos guste o no, se decide buena parte de lo que nos afecta a diario en nuestros países.
En estos barrios, los rascacielos con sus cristales de espejo, y los trabajadores atareados enganchados a sus móviles nos hacen olvidar que queda poco para Navidad, y nos apresuramos hacia el hotel para poder dejar nuestras cosas y salir a respirar aire de fiesta.
El Hotel Le Meridien es nuestro hogar aquí en Bruselas, un edificio muy bien situado al lado de la estación central y que tiene el aspecto de acoger miles de trabajadores entre semana a lo largo de todo el año. Nos ponen a disposición una habitación muy grande y con unas preciosas vistas al centro de la ciudad.
Salimos a la calle a respirar aire de Navidad. El árbol gigante de la Grand Place da la bienvenida a una de las plazas más espectaculares de Europa, con sus edificios maravillosos que delimitan la plaza principal de la ciudad y donde también se encuentra el Ayuntamiento. Nos dicen que más tarde, cuando haya bajado el sol, tendrá lugar el espectáculo de luces.
No nos lo perderemos. Vamos a visitar al Manneken Pis, el niño orinando, uno de los símbolos de la ciudad, y vemos que para él también es Navidad, y alguien le ha regalado un traje especial. Me pregunto si puede sentir el calor de los flashes de las miles de fotografías que recibe cada día. En ese caso, el frío no sería ningún problema para él.
Estamos en el país de la cerveza, y al entrar en el Manneken Pis Café, que se encuentra justo al lado de la estatua del niño y lleva abierto desde 1958, vemos como La Chouffe, una de las cervezas belgas más famosas, nos desea felices fiestas con un árbol con decoraciones propias.
Tras calentarnos un poquito allí dentro, al lado de estudiantes locales que se relajan tras un día de clase en la universidad tomándose un chocolate caliente al lado de la chimenea del pub, es el momento de volver a la Grand Place para el espectáculo de luces y música.
Es aquí donde tiene lugar este maravilloso acontecimiento que envuelve la fachada del Ayuntamiento de la ciudad y algunos de los edificios adyacentes. Nos quedamos unos 10 minutos mirando hacia arriba, disfrutando del evento como muchos de los niños que están a nuestro lado. El espectáculo es sobre todo para ellos, pero es difícil no quedarse atrapados por el milagro audiovisual al que estamos asistiendo.
Estamos listos, el espíritu navideño ya nos ha invadido, y podemos irnos a ver el mercadillo de Navidad que nos espera alrededor del edificio de la bolsa y de la plaza de Saint-Catherine con sus mil colores, sus olores y sus luces.
La primera parada, obligatoria, es para tomar un glühwein, el vino caliente que acompañará nuestras excursiones a los mercadillos para mantener la temperatura. En Roma como los romanos, dicen. Pues eso, en Bruselas, con un vaso de glühwein en las manos.
Es lunes, hace mucho frío y está empezando a nevar, lo cual nos permite ir por el mercadillo sin demasiada gente y disfrutar de los puestos de estatuillas artesanales para el belén, de suculentos gofres, de decoraciones para los árboles de Navidad, de jerséis y gorros para luchar contra las temperaturas que van bajando cada hora.
La diversidad es uno de los puntos fuertes de este mercadillo. Se podía esperar algo más, las casetas son bonitas pero escasas, y echamos de menos un poco más de chispa.
Lieja, la ciudad de las sorpresas
La segunda parada de nuestro viaje nos lleva a Lieja donde, desde hace unos 25 años, tiene lugar uno de los mejores mercadillos de Europa. Nuestro hogar aquí es el Hotel Ramada, un antiguo convento del siglo XVII al lado del río Mosa convertido en hotel de lujo y muy cerca del centro de la ciudad.
Y, punto a su favor, tiene wi-fi gratis para todos los alojados. Las ganas de explorar el famoso mercadillo nos llevan a dejar las cosas en nuestras habitaciones y salir rápidamente a las gélidas calles hacia el centro.
En cuanto empezamos a andar por las calles peatonales del centro de Lieja, nos dejamos llevar hacia la plaza St. Lambert, alrededor de la cual se fundó Lieja después del asesinato del obispo Lamberto el día 17 de septiembre del año 705, hecho que llevó una importante cantidad de peregrinos a la ciudad.
Ya desde lejos podemos oír los ruidos de la gran fiesta que se pone en marcha cada día de la semana a partir de las 12h del mediodía y que alcanza su cénit al salir los trabajadores de sus oficinas y los estudiantes de sus universidades. Nos cuentan que Lieja es una ciudad joven, con muchos estudiantes y vida nocturna. No nos faltará la oportunidad de comprobarlo en persona.
Village de Noël de Lieja
El Village de Noël es tan grande que no cabe en una sola plaza y tiene lugar tanto en la plaza de St. Lambert como en la plaza de Marché. Sus decenas de casetas nos presentan las delicias gastronómicas locales junto con unas cuantas representaciones de gastronomía europea entre las cuales no pueden faltar casetas de asturianos, de bodegas de La Rioja y de tapas ibéricas. Las decoraciones para los árboles de Navidad, la artesanía y ropa para que este frío sea más llevadero, o incluso una oficina de correos con sellos especiales para el mercadillo, no son sin embargo lo que más nos llama la atención.
Nos damos cuenta de que es martes, hace mucho frío y sin embargo hay cientos de personas, la mayoría de ellas jóvenes, disfrutando del mercadillo alrededor de calientes estufas, con su glühwein o su cerveza, comiendo una tartuflette o unos champiñones con queso fundido.
Sobre todo respiramos tanta felicidad, caras alegres y ganas de pasárselo bien. Antonio, nuestro guía de la ciudad, nos explicará más tarde que Lieja es la ciudad más acogedora de toda Bélgica, donde tradiciones locales y costumbres traídas por los miles de inmigrantes y estudiantes se mezclan en un ejemplo de respetuosa convivencia.
Los más jóvenes y activos tienen a su disposición una pista de patinaje exterior, donde pueden retar a sus amigos a quién es el más rápido en dar una vuelta al anillo o ayudar al hermano pequeño a hacer sus primeros metros con los patines. Todo esto, siempre, sin sentir el frío, y con sonrisas genuinas. Nos sigue sorprendiendo Lieja, nos sorprende con su maravilloso restaurante La Maison du Peket, donde antes de disfrutar de una cena de lujo, probamos el peket, aperitivo típico de Lieja a base de frutas y que nos deja con la boca abierta y con ganas de pedir otro.
Un paseo por Lieja
El día siguiente nos ofrecen una visita por la ciudad y vemos que Lieja no es solo su mercadillo de Navidad. Es la fascinante historia del Palacio de los Príncipes Obispos y de sus 60 columnas todas distintas entre ellas y decoradas inspirándose en “locura” y “nuevo mundo”. Son los 374 escalones de la Montaña de Bueren que enlazan la ciudad con la ciudadela. Es la Calle de la Cervecería que nos ofrece en un vistazo más de 1.000 años de historia de arquitectura, desde la iglesia de St. Barthelemy (siglo XI) hasta el barrio postmodernista diseñado por el arquitecto Vandenhove.
Ganas de más, es lo que nos deja Lieja. Ganas de volver a disfrutar de la chispa que vemos por la calle, de la alegría que esas casetas en el mercadillo nos han transmitido, de las mil historias que las esquinas de esta ciudad nos regalan y que un día u otro, lo sé, volveré a buscar.
Guía práctica de Bruselas
¿Cómo llegar a Bruselas?
El aeropuerto de Bruselas (BRU) está bien conectado con España por las compañías Brussels Airlines, Vueling, Iberia. Además, Ryanair conecta a 17 ciudades españolas con el aeropuerto de Charleroi, a unos 50km de Bruselas.
¿Dónde dormir en Bruselas?
En Bruselas
Hotel Le Meridien – Situado al lado de la estación central de Bruselas y a unos 300 metros de la Grand Place, cuenta con 224 habitaciones, algunas de ellas con maravillosas vistas a la ciudad.
En Lieja
Hotel Ramada Plaza – Al lado del rio Mosa, es un antiguo convento del siglo XVII al lado del rio Mosa convertido en hotel de lujo y muy cerca del centro de la ciudad. Internet, cable y wi-fi,
¿Dónde comer en Bruselas?
Bélgica y la Valonia son conocida en todo el mundo por sus productos más típicos: quesos, chocolate y cerveza sobre todo. También es típico de aquí el plato mejillones con patatas fritas, y desde luego no faltan los restaurantes que lo ofrecen a precios baratos, sobre todo para turistas. Otros platos que no pueden faltar en vuestro menú son un buen foie gras o un plato de carne de “Blanc Bleu”. No os olvidéis de probar el aperitivo Peket, a base de ginebra y frutos frescos.
En Bruselas
Le café du Vaudeville – http://www.cafeduvaudeville.be/
En Lieja
La Maison du Peket – www.maisondupeket.be
Nun’s – www.nuns.be
Texto: Mauro Barbazza
Más información en: http://www.belgica-turismo.es
Más reportajes de Bélgica en la web: Turismo en FLANDES: BRUJAS, la Venecia del Norte/Turismo en FLANDES: un recorrido por GANTE
Guía práctica de Bélgica
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