El reino de Saba fue el más próspero de la Ruta del Incienso, su fama y su poder se prolongó por trece siglos. Enclavado en el sur de la península arábiga arraigó con fuerza en el devenir de las caravanas. Un tránsito que ayudó al florecimiento del esplendor de una civilización emergente. De hecho, su leyenda, todavía vaga por los entresijos del desierto de Yemen.

Ubicación del reino de Saba

En la mitad de una encrucijada de caminos surgió Maryab (Marib, al sur del actual Yemen), y con ella el inicio de una era de prosperidad que acaparó la atención de los otros grandes imperios de la zona, como el griego, y de enclaves comerciales y poderosos como Jerusalén.

Sin duda, la domesticación del dromedario y su utilización como medio de carga y transporte propició el incremento del comercio y de las rutas terrestres por la zona. Y así surgieron los reinos de la Ruta del Incienso en donde, sin duda, y por más de mil años, destacó con fuerza el de Saba.

Los vestigios del reino de Saba

Los vestigios del reino de Saba

Codiciados perfumes, oro, resinas, incienso, mirra, maderas nobles, especias, sedas, pieles y plumas de animales exóticos eran tan sólo algunos de los artículos de lujo que se comerciaban por  las tierras del actual Yemen.

Su fama era tal que desató la imaginación de eminencias de la época como Heródoto. El griego decía que los codiciados árboles del incienso estaban custodiados por serpientes con alas para impedir su profanación. Todo esto contribuía a aumentar su fama de exotismo por el mundo.

Los vestigios del reino de Saba

Los vestigios del reino de Saba

El Reino de Saba aparece en el Antiguo testamento y en el Corán como un reino rico y próspero, liderado por Makeda, la célebre reina de Saba. Una reina que ha forjado una de las leyendas más enigmáticas de la historia. Se dice mucho sobre ella pero destaca, su belleza y su poder de seducción, además de su relación con el rey Salomón.

Solamente el desgaste de más de mil años de esplendor y la apertura de rutas marítimas que aprovechaban los monzones consiguieron poner en marcha el ocaso de Saba. Leyenda o no, lo que está claro es que Yemen reúne parte de los vestigios más impresionantes de la época y todavía su visita implica un viaje al pasado. Prueba de ello son las ruinas del templo de Bliquis en el Marib, la antigua capital del Yemen meridional y la travesía del desierto de Ramlat as Sabatayn con destino a Seiyun.

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