Praga y Olomouc, la combinación perfecta para descubrir República Checa
Uno de los destinos seguros a los que podremos viajar los españoles este verano es la República Checa, un país que, como si de un rompecabezas se tratara, ha logrado encajar con delicadeza la historia de sus ciudades, la arquitectura, el diseño, la gastronomía y unos inmensos parques naturales que inyectan energía al viajero.
Y todo ello sin esfuerzo, sin ser conscientes de su perfección. Os proponemos un viaje por Praga, su capital, y Olomouc, una combinación muy sugerente.
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Praga, la puerta de entrada
Romántica, acogedora y palpitante, Praga tiende la mano al viajero y le conduce por decenas de rincones donde la historia convive con las nuevas tendencias para ofrecerle las vivencias más auténticas.
La sensación de viajar en el tiempo se multiplica a cada paso, al observar las bonitas fachadas neorrenacentistas o la iglesia gótica de Nuestra Señora de Tyn en la plaza de la Ciudad Vieja o al ver desfilar las figuras de los doce apóstoles en el Reloj Astronómico.
A veces te traslada al siglo XIV en el Barrio de Josefov donde antaño se concentraba el gueto judío, y donde aún quedan tres sinagogas y el viejo cementerio, uno de los más antiguos de Europa. En otras ocasiones, son los testimonios arquitectónicos los que te ofrecen un billete directo al pasado.
Hay que pasear sin prisas y dejarse sorprender por la Torre de la Pólvora, que fue una de las trece puertas de la ciudad amurallada; el monasterio de Strahov, cuya biblioteca alberga volúmenes del siglo XI; la recién reformada Ópera Estatal; o el Puente de Carlos IV, que cruza con elegancia el río Moldava uniendo la Ciudad Vieja con Malá Strana, un laberíntico barrio jalonado por palacetes.
Al otro lado de ese puente, cuyas esculturas barrocas son la imagen más conocida de la capital, se erige el Castillo de Praga, el mayor recinto fortificado de Europa. En su interior se pueden visitar la Catedral de San Vito, varios templos más, galerías y el Callejón del Oro, el lugar donde se concentraban los alquimistas y vivían intelectuales como Kafka.
La visita a la Praga tradicional se debe combinar con propuestas más alternativas que dejen al descubierto la evolución de la capital. Aquellos barrios, hace unos años olvidados en el extrarradio, hoy día muestran el pálpito de jóvenes y artistas.
En el barrio de Karlín se puede curiosear entre galerías de arte, coquetos cafés, restaurantes que sirven comida orgánica y edificios ecológicos. Algo parecido le ocurre a Zizkov, que se ha transformado en refugio de artistas, y a Vinohrady, donde merece la pena dar un paseo para ver sus muestras de modernismo, la iglesia del Sagrado Corazón y la torre de la televisión.
Y, por supuesto, el día siempre debe terminar en una cervecería degustando las decenas de marcas nacionales acompañadas de sabores checos.
Una zona céntrica para no perderse en verano: Náplavka. El embarcadero que se encuentra entre el puente Jiraskuv most hasta el puente de ferrocarril con barcos convertidos en restaurantes, bares, galerías de arte, cafés y con los mercadillos de granjeros que se celebran cada sábado por la mañana.
Escapada de una noche a Olomouc
La situación de Praga y las buenas comunicaciones desde la capital permiten realizar excursiones de ida y vuelta que dejen entrever los variados atractivos de la República Checa. Una apuesta segura es Olomouc, tan solo a 2 horas en tren desde la capital.
Olomouc es la ciudad checa con el segundo mayor conjunto monumental, solo por detrás de Praga. Su corazón histórico, cuyo punto dominante es la Columna de la Santísima Trinidad, concentra la mayoría de estos puntos de interés. La columna, situada en la Plaza Alta, es la agrupación de esculturas barrocas más grande de Europa Central.
También conviene visitar el reloj astronómico, pintado en estilo del realismo socialista, y la Fortaleza de Olomouc, con sus macizas murallas y extensos cuarteles.
El profusamente decorado Palacio Arzobispal permitirá conocer la importante historia eclesiástica, desde los tesoros del Museo de la Archidiócesis, fundado gracias a Juan Pablo II, hasta la tranquilidad que emana del monumental recinto de peregrinación Colina Santa.
Pero el número de imposibles volutas que decora Olomouc no está reñido con el ambiente joven de sus calles. No en vano, nos hallamos ante una ciudad eminentemente universitaria.
Pero si lo que queremos es tomarle el pulso a la ciudad en un ambiente distendido, la visita a alguna pequeña cervecería regional es un must, sin olvidar pedir los tradicionales quesitos de Olomouc (olomoucké tvarůžky) para acompañar el elixir checo por excelencia. Además, al ser una ciudad universitaria tiene una divertida vida nocturna, perfecta para alargar esas tardes degustando cervezas locales.
Si todavía os queda un poco de tiempo podéis hacer una excursión al Castillo de Bouzov. No os defraudará.
Más información: www.visitczechrepublic.com www.destinochequia.com
Guía práctica de República Checa
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