Ruta Arica-Parinacota (Chile): la épica del agua atravesando el desierto
Cuenta el mito que Wiracocha, el gran Dios de las culturas andinas (creador de todas las cosas y de cuya sustancia todo fue moldeado) salió del Lago Titicaca, se hundió en el suelo arenoso del altiplano y comenzó su recorrido por la sierra y los valles, descendió hasta el océano, dejando tras de sí la fértil estela de su creación, la que se componía de la naturaleza, el hombre, la cultura y valores éticos.
Al final de su largo viaje, llegó al mar y caminó sobre él, como espuma de las aguas…
Si ponemos atención en el mito de Wiracocha, probablemente, esta importante deidad siguió el curso natural de las aguas (siendo él mismo agua) desde las mayores alturas del cordón montañoso de los Andes hasta el mar, irrigando y creando una explosión de clorofila que dan forma a los magníficos valles y quebradas que caracterizan estos parajes.
ÍNDICE / CONTENIDO
Región de Arica-Parinacota
Las agencias de viaje que ofrecen recorrer la región de Arica-Parinacota, en el extremo norte de Chile, continúan hasta hoy efectuando el mismo trazado, desde el altiplano al mar, pasando por infinidad de pequeños pueblos y hermosos y sorprendentes caseríos llenos de esa exquisita cultura, historia, religiosidad y tradiciones ancestrales que persisten hasta nuestro tiempo.
Quizás el rasgo más sorprendente de toda esta cosmovisión es que tanto el hombre, como las especies de flora y fauna definen su propia identidad a partir de la capacidad de perseverar en ambientes tan difíciles.
Cada flor, cada rito, cada grano, cada persona que habita estas latitudes es la expresión máxima de la constante lucha por sobrevivir en medio del desierto, por cierto, uno de los mas áridos del planeta.
Por esto mismo resulta una enriquecedora experiencia recorrer hoy esta aún desconocida zona de Chile. Aunque por razones logísticas nuestro periplo ha de comenzar desde la costa hacia la cordillera (normalmente los turistas llegan a la región vía aérea, aterrizando en Arica), las maravillas y el asombro continúan siendo los mismos.
Cuatro pisos ecológicos
La región chilena de Arica y Parinacota se caracteriza geográficamente por su clara división en términos de paisaje, condiciones meteorológicas, flora y fauna. Esta segmentación es conocida como “pisos ecológicos”. Primero está la franja costera, luego los valles, seguidos por la precordillera o sierra y, finalmente, el altiplano o Puna.
A medida que se asciende, estas van cambiando, haciéndose más perceptibles con la aparición y desaparición de especies animales y vegetales. Así pues, hay verdaderos hitos que marcan los citados pisos ecológicos, a modo de ejemplo, los guanacos sobreviven hasta determinada altura, después de la cual aparecen las vicuñas, de igual forma, en cierto punto aparecen los cactus candelabros, los que continuando el ascenso dan paso a uno de los pocos y más hermosos árboles de altura: la Queñua.
La franja costera
El circuito, antes de entrar en la ciudad chilena de Arica, comienza con una detención en la desembocadura del río Lluta, donde se extiende magníficamente el humedal del mismo nombre; en este sitio protegido es posible el avistamiento de numerosas aves propias de la geografía local, pero además es un lugar estratégico de paso o de descanso y alimentación de aves migratorias provenientes, incluso, del otro hemisferio.
Qué ver en Arica
Arica es famosa por sus excelentes playas de prístinas, tranquilas y cálidas aguas, las que son ideales para disfrutar en familia. Sin embargo, desde hace algunos años, también se ha convertido en un destino para los amantes del surf ya que vienen aquí buscando “El Gringo” y “El Buey”, míticas olas reconocidas a nivel mundial.
El centro de la ciudad es rico en historia. Cabe recordar que esta localidad fue anexada al territorio chileno una vez terminada la Guerra del Pacífico, razón por la que es posible encontrar en sus calles nombres y símbolos del Perú.
Lo mismo ocurre en muchos edificios de la época, como la ex aduana (hoy convertida en un centro cultural), en cuyo salón principal, en la mampostería puntualmente, es posible divisar con algo de atención los colores y el escudo del vecino país.
El recorrido por las construcciones históricas no puede estar completo sin la imperdible visita al Morro, icónico peñón donde se tiene una increíble panorámica hacia toda la ciudad, la desembocadura de los ríos y los valles costeros. Aquí se encuentra un magnífico museo que el Ejército de Chile mantiene y que ayuda a entender esta parte fundamental de nuestra historia.
Un poco más al sur, a continuación de las playas El Laucho y la famosísima La Lisera, siguiendo la ruta costera llegaremos en no más de 10 minutos a uno de los atractivos menos conocidos de la ciudad: las Cuevas de Anzota.
En la actualidad, se encuentran en su fase terminal faenas de mejoramiento, tanto en el camino de acceso, como en estacionamientos, baños, senderos y escaleras, además de módulos explicativos referentes a la actividad que se desarrolló en la zona.
Estas cuevas de tamaño descomunal son formaciones geológicas que fueron aprovechadas como refugio tanto por aves como por los primeros habitantes, quienes pese a no establecerse permanentemente en este sitio, sí lo utilizaron como refugio por temporadas, debido a que en sus proximidades era posible la pesca, la recolección de mariscos y más tardíamente la extracción de guano.
Aún hay algunas cuerdas casi absolutamente camufladas con la roca debido a la acción de esta sustancia que cuelgan por desafiantes acantilados y que eran utilizadas para esta arriesgada labor; como dato curioso, estas rocas continúan siendo escaladas, pero hoy lo hacen jóvenes deportistas que encontraron aquí las mejores paredes naturales para la práctica de su deporte.
La ruta lógica
Una manera entretenida de conocer la región chilena de Arica y Parinacota es programar el itinerario empezando por alguna de las rutas de ascenso y retornar por otro camino. En nuestro viaje, comenzamos rumbo al altiplano tomando la Ruta 5 en dirección al sur de la región, cruzando la Pampa Chaca, lo que nos permitió visitar el sitio con esculturas llamadas “Presencias Tutelares”, del artista Juan Díaz Fleming, que nos resulta como una introducción y síntesis a los siglos de desarrollo cultural, agrícola, místico y estético que ha ocurrido en la zona.
Poco antes de la Quebrada de Camarones nos desviamos hacia el este por la Ruta A 35 que nos conducirá hasta el apacible poblado de Codpa, famoso por la elaboración del vino más septentrional de nuestro país: el Pintatani, en torno al que se desarrolla una maravillosa celebración en época de vendimia y del cual los habitantes y autoridades de la localidad hablan con entusiasta orgullo.
A poco andar por la serpenteante ruta A 35 llegamos a otro sorprendente poblado: Ofragia, que nos deslumbra por la riqueza y cantidad de petroglifos en las laderas de los cerros que conforman la quebrada.
Aquí es posible, en una breve caminata por un sendero perfectamente demarcado, apreciar muy de cerca estos enigmáticos diseños de las caravanas troperas que nos muestran figuras humanas, animales y algunas más abstractas y geométricas que no hacen más que aumentar el misterio y las hipótesis acerca de sus significados.
Hay también en estas tierras, que gracias a la bendición del agua poseen unas pequeñas pero fértiles parcelas, algunos cultivos, frutos y especies vegetales como el pacae que los citadinos desconocemos absolutamente y que bien vale la pena detenerse para observar, tocar y oler.
Continuando la ruta llegamos a Belén, un pueblo ya más que famoso en la región, debido a su historia y arquitectura. Y es que hoy gracias al trabajo de la Fundación Altiplano, que emprendió la restauración de una de las iglesias del pueblo capacitando a los propios habitantes con la ya casi olvidada técnica del adobe, permitió que luego los mismos trabajadores, en una suerte de cadena virtuosa, siguieran restaurando viviendas particulares, por lo que hoy el pueblo luce con un brillo especial.
Tarde en Socoroma, noche estrellada en Putre
Por la tarde, casi al mismo tiempo que el sol llegaba a la línea del horizonte, nosotros arribábamos a Socoroma, conocido por sus verdes y fragantes cultivos de orégano. Entonces nos dispusimos a caminar por entre sus añosas y empedradas calles, además de visitar su iglesia.
Cada templo en los poblados de esta zona está repleto de historia, signos y arte traídos desde diversos sitios, como Perú, Bolivia y también Europa.
A poco andar nos sorprendió “la hora mágica”, ese breve instante poco después de que el sol se oculta pero en el que aún persiste algo de luz.
En esa penumbra comienzan a encenderse, una a una, las luminarias de calles y casas, las que en conjunto con la variación de la temperatura transforman en pocos minutos, y como por arte de magia, la percepción que teníamos hasta hace un instante del mismo lugar.
Putre
La noche nos sorprende en la carretera y algo cansados llegamos a Putre, nuestro objetivo para la primera jornada. Este es sin duda el pueblo más grande de todos los que hasta ahora hemos visitado. Tiene correo, banco y una amplia oferta de alojamiento y comida, de hecho nos recuerda lo que hace unos veinte o treinta años atrás fue San Pedro de Atacama.
La mayor parte del grupo, rendido por el fascinante día que tuvimos, luego de cenar parte a la comodidad del hotel, uno de los pocos que en la zona cuenta con grandes tinas en cada habitación, para relajar, descontracturar y revitalizar el cuerpo con un baño caliente.
Otros, un poco más aguerridos, nos dirigimos a las afueras del pueblo, alejándonos de las luces artificiales para ser testigos de uno de los mayores espectáculos de esta parte del globo: la vista a ojo desnudo de la Vía Láctea.
Por supuesto, no nos resistimos a la tentación de fotografiar tamaño espectáculo donde la naturaleza desborda en una explosión pirotécnica de cuerpos celestes, astros, planetas y galaxias, no sin antes pagar el precio de casi congelarnos mientras efectuábamos las largas exposiciones con nuestras cámaras fotográficas.
El altiplano o la Puna
El frío amanecer en Putre nos recuerda que ya hemos subido bastante y, claramente, la presión atmosférica, la temperatura, la vegetación y el paisaje en general es otro.
Temprano, después del desayuno, subimos hasta los 5.250 metros sobre el nivel del mar, nuestra máxima altura en todo este periplo, a un mirador muy cerca del campamento base que se utiliza para ascender el Nevado de Putre o Taapaca.
Disfrutamos de la soledad y del suave pero frío viento de la altura, aunque, sin lugar a dudas, la contemplación de vicuñas en estado silvestre, en su medio, entre añosas llaretas y con las montañas como telón de fondo, es una de las experiencias más reconfortantes para quienes aprecian conectarse con la naturaleza, en un solitario paisaje no habitual en nuestra cotidianidad.
Algo cansados por la altura, pero llenos de un entusiasmo energizante, nos dirigimos hacia el lago Chungará, no sin antes detenernos en el sector conocido como “Las Cuevas”, donde además de disfrutar de unas pequeñas termas, es posible efectuar una caminata de un kilometro, aproximadamente, por el borde de un gran bofedal flanqueado por formaciones rocosas que dan origen a su nombre y donde es posible apreciar, a muy corta distancia, las siempre escurridizas vizcachas disfrutando de los cálidos rayos del sol matinal.
En mi opinión este pequeño recodo del camino es un imperdible de la ruta, dada su capacidad sinóptica de descripción del paisaje, gran error es no detenerse acá, pues estas y otras cuevas de esta zona, son aleros que cobijaron a los cazadores recolectores de hace 9.800 años.
Llegar finalmente al lago Chungará, probablemente el sitio mas visitado de toda nuestra ruta, nos llena de expectativas, por ser el último punto antes de comenzar el regreso. Aquí el viento y el frío se sienten persistentemente, aunque el sol brille sobre nosotros. Fácil resulta avistar algunas aves si se camina por el borde del lago, flamencos y gaviotas andinas rondan estas aguas y cielos de azul profundo.
En el estacionamiento del lugar hay pequeños puestos donde comprar algún tipo de recuerdo textil, artesanías o probar el pululo, un tipo de maíz inflado y azucarado que rápidamente se transforma en un verdadero vicio al cual solo se puede renunciar regalando o entregando la bolsa que lo contiene; mientras los pululos estén en tus manos es imposible no comerlos.
Comenzando el retorno hacia Arica y a poco descender visualizamos el espectacular conjunto de lagunas Cotacotani. No puedo dejar de recordar el mito de Wiracocha al ver tal cantidad de agua diseminada en un incontable número de pequeñas y grandes lagunas que se pierden entre las lomas e islotes hasta donde alcanza nuestra vista.
Un poco más abajo, siempre por el camino internacional CH 11, hay un pequeño desvío hacia el pueblo de Parinacota, con su blanca iglesia que en un soleado día brilla hasta encandilar nuestros ojos.
También nos encandila la exuberante belleza del bofedal que lo rodea, con sus alpacas pastando y bebiendo agua. Este bofedal es alimentado por una de las más hermosas vertientes que jamás he visto, con sus gélidas aguas descendiendo por entre la aridez de las rocas y con los Nevados Payachatas como fondo, guardianes tutelares del origen de la vida en esta asombrosa, surreal y casi imposible geografía.
Valle de Lluta, regresando a Arica
Luego de algunas horas de descenso, esta vez por la ruta internacional que nos conduce a la capital de Arica y Parinacota, aparece ante nuestra agotada mirada, y entre un ocre escenario, el verdor de las parcelas del Valle de Lluta que, al igual que el vecino Valle de Azapa (corriendo en paralelo unos pocos kilómetros más al sur), es el sustento agropecuario no solo de la región sino que de gran parte del país: la mayoría de los productos que aquí se cultivan permiten hasta cuatro cosechas anuales dada su particular condición climática.
Nuevamente una detención en estos valles es obligada, pues además de ser un oasis, aquí podemos encontrar en las laderas de sus cerros impactantes y enormes geoglifos que relatan la vida de los primeros habitantes y sus desplazamientos desde el altiplano hacia el mar junto a sus caravanas de animales, probablemente por la ruta de las aguas o en un viaje espiritual, siguiendo a Wiracocha, hasta encontrarlo en la espuma del mar.
Guía práctica de Arica y Parinacota
Por ser esta una red de poblados tan pequeños, siempre será fácil llegar a un lugar preguntando a quien encuentre en el camino, pero para mayor seguridad acá algunos datos.
¿Dónde comer y dormir de Arica y Parinacota?
En la localidad de Belén
La Paskana, alojamiento y cocina patrimonial.
Tel. 0056986468920.
En la población de Putre
Hotel Qantati
Hijuela 208
Tel. 005658228916.
Restaurant Canta Verdi
Justo frente a la plaza
Tel. 005685127200
En Chuchuyo
Restaurant de Doña Vicky
Tel. 0056992960719
En Arica
Hotel Apacheta
A un lado de playa La Lisera
Tel. 0056998256609
Restaurant Varo´s.
Valle de Azapa Km. 4.
Tel. 0056978132192
Más información: www.chile.travel
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