“Nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar”, afirmaba el escritor francés Emile Zola. Y es que esta premisa se ha convertido en nuestra filosofía de vida, al igual que para el aventurero Matthew Karsten de quien es la famosa frase “invertir en viajar es invertir en uno mismo”. Por este motivo, y poder hacer la escapada de nuestros sueños, en una ocasión pedimos un crédito rápido a ¡QuéBueno!, que ofrece productos financieros innovadores a través de internet. Esta empresa defiende la financiación responsable, ya que ofrece préstamos a corto plazo, de bajo importe y de forma simple, rápida y transparente. Y es que pedir préstamos personales con ¡QuéBueno! te permite hacer aquellos viajes que tienes pendientes y a los que, como en nuestro caso, no estáis dispuestos a renunciar.

 

Plaza de la Concordia © Paris Tourist Office Amélie Dupont

Plaza de la Concordia © Paris Tourist Office Amélie Dupont

Nosotros recurrimos a este tipo de financiación para acudir a una boda que se celebraba en París durante un fin de semana. Fue un enlace por sorpresa y fue anunciado con muy poco tiempo de antelación, por lo que supuso un gasto totalmente imprevisto para nuestro presupuesto mensual. Nosotros ya conocíamos la ciudad del Sena pero ese viaje se trataba de un compromiso personal, ya que se casaban dos personas a las que apreciamos mucho.

 

Iglesia del Sacré Couer: © Paris Tourist Office/ David Lefranc

Iglesia del Sacré Couer: © Paris Tourist Office/ David Lefranc

Durante esos días conocimos a fondo el barrio de Montmartre, antiguo refugio de artistas bohemios. Muchos no saben que el nombre del distrito 18 de la capital de Francia proviene de la fusión entre Monte de los Mártires, ya que aquí tuvo lugar el martirio de Saint Denis, y Monte Mercurio, porque se erigía sobre la colina un templo dedicado a esta divinidad romana. De Montmartre nos llevamos un gran recuerdo a casa, ya que compramos un precioso cuadro a uno de los artistas que allí trabajan, y sobre todo el instante que guardaremos en nuestras retinas toda la vida, de las vistas de París que contemplamos desde las escaleras que conducen a la Basílica del Sagrado Corazón.

¿Alguien puede dudar, pues, que viajar es invertir en vida?

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