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El Matarraña, un refugio natural para desconectar sin mirar el reloj

Hay lugares que se cuelan sin hacer ruido y se quedan en la memoria. El Matarraña es uno de ellos.

Poza de la Font de la Rabosa en Beceite © Javier Garcia Blanco

Situado en la provincia de Teruel, muy cerca de Cataluña, esta comarca aragonesa combina naturaleza salvaje, pueblos con sabor antiguo y un ritmo de vida que invita a parar. Y eso, hoy en día, es un lujo.

Reel de Matarraña

Beceite y Casa Solfa: hospitalidad con alma

Mi escapada comenzó en Beceite, un pueblo encantador al abrigo de las montañas, con callejuelas empedradas y casas de piedra que parecen abrazar al visitante. Aquí decidí alojarme en La Fábrica de Solfa, un pequeño hotel rural donde todo está cuidado con mimo. Desde el desayuno casero con productos locales hasta las recomendaciones personalizadas de rutas, restaurantes o rincones menos conocidos, todo invita a sentirse como en casa.

La Fábrica de Solfa, Beceite © Javier Garcia Blanco

El edificio, rehabilitado con sensibilidad, conserva la esencia del entorno sin renunciar al confort. Y lo mejor: el silencio por las noches solo lo rompe el sonido del río que pasa muy cerca.

Restaurante Hotel Fábrica de Solfa © Javier Garcia Blanco

No hay que olvidarse de su restaurante, que cuenta con un sol Repsol, donde es una recomendación probar especialidades como el ternasco o el jamón de Teruel que sirven con munificencia.

El Parrizal: ruta entre aguas turquesas y pasarelas

Beceite es también el punto de partida ideal para una de las rutas más bellas que he hecho últimamente: el Parrizal. Este sendero, que sigue el curso del río Matarraña, serpentea entre pasarelas de madera, gargantas de roca caliza y aguas turquesas que parecen sacadas de una postal.

Ruta del Parrizal © Javier Garcia Blanco

A medida que avanzas, la vegetación se vuelve más densa y el aire más fresco. Es imposible no pararse a cada paso para hacer una foto… o simplemente contemplar.

La Pesquera: pozas naturales para un baño inolvidable

Otra joya natural es el paraje de La Pesquera, también muy cerca de Beceite. Aquí el río se remansa en pozas perfectas para darse un baño, rodeadas de chopos, sauces y vegetación de ribera. En verano, este es un lugar perfecto para refugiarse del calor. En primavera, el verde es el color preponderante. Y en otoño, los colores lo tiñen todo de ocres y dorados.

Embalse de Pena: silencio, kayak y reflejos en el agua

A pocos kilómetros, el embalse de Pena ofrece otra forma de disfrutar del agua. Se puede recorrer en kayak o paddle surf mientras se contempla el reflejo de las montañas en el agua. La sensación de paz es total. No hay motores, no hay ruido. Solo tú, el silencio y el paisaje.

Valderrobres: viaje al pasado entre piedra y leyendas

En cuanto a patrimonio, Valderrobres es una parada imprescindible. Su silueta, con el castillo medieval en lo alto y el puente de piedra cruzando el río, parece sacada de un cuento.

Valderrobres © Javier Garcia Blanco

Pasear por su casco histórico es un viaje al pasado: portales góticos, plazas tranquilas y fachadas llenas de detalles que hablan de siglos de historia. Aquí el tiempo también parece ir más despacio.

Un destino auténtico al que siempre querrás volver

Lo que más me ha gustado de esta escapada al Matarraña es que todo está cerca, pero todavía no está masificado. Y digo todavía porque todo el mundo quiere conocer la llamada Toscana española.

Beceite © Javier Garcia Blanco

Puedes visitar tres o cuatro pueblos en un día sin agobios, detenerte en cada rincón que te llame la atención, y regresar al hotel con la sensación de haber vivido algo genuino. Y eso, en un destino turístico, vale oro.

El Matarraña es esa combinación perfecta entre naturaleza y tradición, entre comodidad y autenticidad. Un lugar para reconectar contigo mismo, dormir a pierna suelta y volver con las pilas cargadas. Yo ya estoy pensando en volver.

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