Comino, Malta
La isla de Comino es la más pequeña de las tres que conforman el archipiélago maltés. Con tan sólo tres kilómetros y medio de superficie, los turistas que visitan Comino quedan encantados con uno de los verdaderos tesoros de Malta: la Laguna Azul, un brazo de mar donde las aguas son cristalinas y turquesas y donde el baño es realmente muy agradable. No obstante, esta playa virgen está en verano totalmente saturada de turistas y a duras penas hay sitio para poner la toalla. Hay numerosas embarcaciones que parten tanto de Malta como de Gozo y realizan excursiones de un día a esta pequeña isla.
El nombre de esta ínsula del Mediterráneo deriva de la abundancia de esta planta herbácea, utilizada desde tiempos remotos como especia. Hay un camino que bordea la isla y que se puede recorrer a pie la búsqueda de algún rincón más tranquilo donde bañarse. En toda la isla hay un chiringuito en el que se pueden comprar bocadillos, un poco caros por cierto, por lo que es aconsejable traerse un picnic.
Como curiosidad en Comino solo hay un hotel pequeño y la isla está habitada durante todo el año por tres personas. En Comino no hay coches por lo que es ideal para senderistas aunque también es considerada un paraíso para los amantes del snorkel, el buceo y el surf.
Habitada desde la época romana, Comino adquirió mayor importancia cuando llegaron los Caballeros de la Orden de San Juan de Malta y empezó a desempeñar una función doble: puesto de defensa de las islas contra el imperio otomano y tierra de caza ya que fue hogar de liebres y jabalíes.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Comino cayó en el olvido hasta que el turismo la volvió a recuperar a mediados de la década de los sesenta.
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