Guatemala entre aguas: naturaleza y aventura en estado puro
Desde lagos azul turquesa en las tierras altas hasta cascadas termales que se ocultan en la selva, pasando por playas de arena volcánica en el Pacífico, Guatemala despliega una de las ofertas acuáticas más diversas y emocionantes de Centroamérica. Zambullirse en pozas esmeralda, remar bajo volcanes o explorar manglares que se pierden en el horizonte son experiencias que aquí se entrelazan con la riqueza cultural y la hospitalidad local.

Cenote de Candelaria
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Cascadas que invitan a la aventura
En los bosques de Alta Verapaz, el Salto de Chilascó se precipita desde casi 130 metros, convirtiéndose en una de las cataratas más altas de Centroamérica. Quienes se animan a recorrer el sendero no solo disfrutan del estruendo del agua, sino también de la posibilidad de avistar al mítico quetzal, ave nacional del país.
Muy distintas pero igualmente sorprendentes son las cataratas Los Amates, bautizadas como las “Niágara guatemaltecas”. Su caudal forma pozas cristalinas perfectas para refrescarse, mientras los senderos de rocas y vegetación permiten descubrir un paisaje todavía poco transitado.

Cataratas de Los Amates
La Finca El Paraíso, junto al Lago Izabal, ofrece un espectáculo único: aguas termales que caen sobre un río de agua fría, creando piscinas naturales donde nadar bajo el contraste de temperaturas. Cuevas ocultas, barro mineral y la cercanía del Parque Nacional Río Dulce y la fortaleza de San Felipe completan esta parada imprescindible.
Ríos y lagos de ensueño
El emblema acuático de Guatemala es Semuc Champey, un Monumento Natural que fascina con sus pozas azul turquesa, su puente de piedra caliza y su entorno selvático. Aquí se puede nadar, lanzarse desde cornisas, flotar en neumáticos por el río Cahabón o aventurarse en las cuevas de Kan’ba, un mundo subterráneo de agua y roca.

Semuc Champey
El Lago de Atitlán, rodeado por los volcanes San Pedro, Atitlán y Tolimán, invita a un contacto más pausado con el agua. Kayak al amanecer, paddle surf con vistas volcánicas y visitas a pueblos mayas como Santiago Atitlán o San Juan de La Laguna, donde artesanía, gastronomía e historias tradicionales enriquecen la experiencia, son algunas de las propuestas más completas.

Lago de Atitlán

Santiago Atitlán
En el norte, los cenotes de Candelaria en Huehuetenango revelan un oasis selvático donde es posible hacer esnórquel entre peces cíclidos, darse un chapuzón en pozas cristalinas o simplemente disfrutar de un picnic con el canto de aves tropicales como banda sonora.

Cenote de Candelaria
Costa y playas con carácter
La costa pacífica guatemalteca es sinónimo de energía y libertad. En el pueblo surfista de El Paredón, las olas constantes atraen tanto a principiantes como a expertos. Escuelas locales ofrecen clases y la arena negra volcánica se extiende infinita, creando un ambiente relajado que está ganando fama internacional.

Surf en Guatemala
Un poco más al sur, Monterrico combina paisajes costeros con proyectos de conservación. Cada sábado, visitantes y voluntarios liberan al mar tortugas marinas recién nacidas, una experiencia que conecta con la vida silvestre y deja huella emocional en quienes la viven.
El misterio de los manglares
Los manglares son quizá el secreto mejor guardado de Guatemala. Estos ecosistemas, vitales para la biodiversidad y la protección costera, se recorren en kayak o lancha en lugares como El Paredón o Monterrico. Los canales forman un laberinto donde abundan garzas, pelícanos y, con un poco de suerte, cocodrilos.

Manglar Santa Rosa
Muchas de estas excursiones invitan también a colaborar en la conservación: plantar nuevos manglares o apoyar cooperativas locales que trabajan por mantener vivos estos paisajes anfibios que son auténticos pulmones verdes y azules del país.
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