Mercure Benidorm, flagship del otro Benidorm
Hace unos días tuve el placer de visitar Mercure Benidorm, el primer hotel Mercure en la Comunidad Valenciana, que abrió sus puertas el pasado mes de junio. Conozco muy bien esta localidad de Alicante porque es una ciudad en la que he veraneado más de 20 años y me da un poco de pena que tenga esa imagen de destino masivo donde los mamometros urbanísticos, los abuelos del Imserso bailando Los Pajaritos y los turistas beodos están a la orden del día.
En Benidorm también existen calas poco masificadas como la del tío Ximo, lugares donde hacer senderismo como Sierra Helada y aguas límpidas y cristalinas para practicar deportes acuáticos como el submarinismo o el snorkel.
Por este motivo, hacía mucha falta que una marca hotelera internacional se instalara y confiara en este icónico destino de la Costa Blanca. Y Mercure, que ha sido la primera, está llamada a ser el buque insignia del otro Benidorm, el desconocido, el auténtico, el que guarda todavía su esencia de ciudad mediterránea.
A tal efecto, Mercure Benidorm, el úndecimo establecimiento de esta cadena en España, se inspira en el mare nostrum (como llamaban los romanos al Mediterráneo) tanto en su diseño como en la deliciosa gastronomía de su restaurante Malaspina.
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Un oasis en el centro de Benidorm
Ubicado a solo 400 m de la playa de Poniente, Mercure Benidorm cuenta con 186 habitaciones modernas bajo las categorías Standard, Privilege, Deluxe y Suites. En las estancias, y siguiendo una rigurosa política plastic free, se han suprimido los amenities (un acierto de todas las marcas del grupo Accor en su afán de ser abanderado de la sostenibilidad) por dispensadores de gel de baño, champú, acondicionador y crema hidratante. Asimismo, muchos de los muebles están hechos a base de mimbre, un material muy común en la zona de Alicante, y toda la cerámica es del pueblo de Agost, conocido por su tradición alfarera.
También dispone de tres salas de reuniones y eventos, jardín con piscina climatizada de agua salada, hamacas balinesas, y servicio de masajes bajo petición.
El interiorismo, de carácter minimalista, ha ido a cargo del estudio alicantino Burondo, liderado por las alicantinas Isabel y Beatriz Blanco. Ellas son las reponsables de sus maravillosas bañeras y de rincones tan emblemáticos como esta escalera volada de caracol con esta silla trenzada que bien merece una fotografía con o sin protagonista en la imagen.
La mayoría de las habitaciones están decoradas con la emblemática lámpara Tolomeo, que creó la prestigiosa marca Artemide a mediados de los ochenta.
Tampoco nos podemos olvidar de los suelos de madera ni de los trazados en la pared y en las vasijas del artista Jorge Parra que le dan un toque fenicio, según mi modesta opinión, a la decoración del hotel.
Llévame al huerto
Tal vez uno de los espacios más especiales de este hotel es su parterre de árboles altísimos y vegetación frondosa detrás del cual está el paisajista Álvaro Sampedro. Y es que cuando paseas por las zonas verdes de este establecimiento parece que estés en un jardín botánico por lo que la sensación de tranquilidad y relax se eleva a la enésima potencia.
Sampedro también es el autor de su huerto ecológico, donde se cultivan especies locales, ubicado en un estratégico camino que evita que la gente que va con bañador y toalla no entre al restaurante de tal guisa. Todos estos detalles hacen que el Mercure Benidorm se aleje considerablemente del típico establecimiento de cadena hotelera con todo incluido y pulserita.
Local Discoveries
La marca Local Discoveries busca inspirar a los clientes para poner en valor el descubrimiento de la gastronomía, la cultura local y aquellas tradiciones que solo los locales conocen. Tengo que reconocer que a mí me sorprendió gratamente que una de las experiencias que propone el hotel es visitar y hacer una cata de los vinos de las bodegas Enrique Mendoza, ubicadas en L’Alfàs del Pi, población donde residieron mis abuelos durante treinta años. Ni yo misma conocía la existencia de estas bodegas.
Otras propuestas que se pueden llevar a cabo desde el Mercure Benidorm es dar un paseo en jeep hasta los miradores de la ciudad (a mí particularmente me gustan mucho las vistas desde la cruz de Benidorm) o hacer un recorrido en catamarán desde la vecina La Vila Joiosa, conocida por las emblemáticas fachadas de colores de su frontal marítimo y por sus deliciosos chocolates, hasta el puerto deportivo de Benidorm.
Ambas excursiones las hicimos de la mano de Marco Polo Expediciones que cuidan al detalle todos los momentos y siempre tienen a mano una bebida o una copa de cava para celebrar la vida.
¡Tú has hecho arroz!
Aunque una de las experiencias que más me gusto fue preparar (y probar por supuesto) los diferentes tipos de arroz que elaboró el maestro arrocero Edu Torres, del Molino Roca, empresa fundada por su tatarabuelo en el año 1903. Sus arroces seducen a cocineros de la talla de Rodrigo de la Calle, Dani García, Ángel León, Jordi Cruz y Alberto Ferruz, entre muchos otros.
De él me quedo solo con una lección: en cuestión de arroz no se puede cocinar a ojo sino que siempre se han de medir las cantidades.
Malaspina: cocina mediterránea con espíritu viajero
Mercure Benidorm, en homenaje a su tierra, ofrece una cocina mediterránea con un auténtico espíritu viajero en su restaurante Malaspina donde cocinan alimentos frescos, caseros y ecológicos, en colaboración con proveedores locales. Sus pescados de la lonja, sus arroces, sus salazones y sus gambas especiadas son, simplemente, deliciosos.
Asimismo, Mercure Benidorm es el primer hotel de la localidad con una oferta de restauración completa que engloba desde brasas y coctelería creativa, hasta barra de crudo y comida saludable en múltiples espacios. En definitiva, Mercure Benidorm es el adalid del otro Benidorm, un destino que, como he ido desgranado en el artículo, va mucho más allá del sol y playa.
Aquí os dejo un reel de la experiencia:
Mercure Benidorm
Av de Panamá 5
03502 Benidorm (Alicante)
Tel. 965 85 28 50