24 horas en Zaragoza
Visitar una ciudad en menos de un día es todo un reto para cualquier persona, pero una urbe mediana como Zaragoza por la que es fácil caminar y donde está todo relativamente cerca es factible. No obstante, nos vamos a dejar en el tintero algunos lugares importantes así que no está de más ir preparando desde ya un segundo viaje a la capital de Aragón.
En esta ocasión, la ruta comienza en la calle Alfonso I, una vía que siempre está llena de gente y donde todavía se puede ver algún local comercial original del siglo XIX y viviendas regias. Este paseo peatonal desemboca en la monumental plaza del Pilar, un icono de historia y cultura y un lugar de encuentro de lugareños y foráneos.
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La Plaza del Pilar, un espacio monumental
En la Plaza del Pilar están los monumentos más representativos de la capital zaragozana: la Catedral del Salvador (La Seo), con su bello muro mudéjar de la Parroquieta; la lonja de Zaragoza que acoge exposiciones temporales; el Museo del Foro Romano, que recuerda el origen de la antigua Cesaraugusta (nombre de la ciudad romana de Zaragoza; o el monumento a Goya, entre otros.
Pero sin duda la construcción más insigne de esta plaza es la catedral-basílica de El Pilar, icono de Aragón y de España. Se trata, según la tradición, del primer templo mariano de la Cristiandad, ya que en él se conserva y venera el pilar (en realidad es una columna de jaspe) que fue puesto por la Virgen María cuando se apareció al apóstol Santiago “en carne mortal” (se usa esta expresión para decir que se manifestó en vida de ella) en el año 40 d.C.
La basílica, cuyo exterior es de ladrillo y cuenta con tres naves, destaca por varios elementos artísticos siendo el gran retablo mayor de la Asunción realizado por el escultor Damián Forment, en el siglo XVI, uno de los más destacados. Otro lugar indispensable es la Santa Capilla, donde está la Virgen del Pilar, realizada en madera. Está expuesta en un templete realizado en mármol, jaspe y bronce dorado obra de Ventura Rodríguez en el siglo XVIII. Justo detrás se encuentra al descubierto el Santo Pilar, donde según la tradición cristiana se apareció la Virgen al Apóstol Santiago. Los fieles se acercan a besar y tocar la columna por una pequeña oquedad y, a simple vista, se puede ver lo desgastado que está.
Saliendo del Pilar cruzamos el Ebro por el Puente de Piedra, el más antiguo de la capital aragonesa que cruza el río más caudaloso de España, y podrás sacar una instantánea de la basílica desde el Balcón de San Lázaro.
Aunque otra de las mejores fotografías del Pilar se toma desde el otro lado del puente justo debajo de la última arcada. Pero allí sólo vais a saber ir si vais acompañados de un guía o si habéis leído este artículo.
Una gastronomía clandestina
De vuelta a la plaza del Pilar y después de hacernos fotos con las “majas” que rinden homenaje a uno de los aragoneses más universales, Francisco de Goya, nos adentramos por el casco histórico para contemplar, desde la Plaza de San Bruno, el muro de la Parroquieta de la Catedral de San Salvador, una obra culmen del mudéjar aragonés construida a finales del siglo XIV.
Es un gran tapiz policromo donde se combinan cintados, ladrillos, arquerías, cerámica y decoración de colores vistosos. Una verdadera fantasía artística.
Atravesamos el arco del Deán y vamos a buscar nuestra primera cita gastronómica en pleno casco histórico. Se trata del restaurante La Clandestina (calle San Andrés 9), galardonado con el premio a la mejor tapa 2023 en Madrid Fusión. Su chef Susana Casanova está tras los fogones de este establecimiento desde el año 2015 y realiza una cocina de territorio y temporada con filosofía slow food y con una version del recetario regional muy cuidada y, a su vez, desenfadada.
El palacio islámico más al norte de Europa
Después de comer nos dirigimos en taxi a uno de los lugares, en mi opinión, más bonitos de Zaragoza. Se trata de la Aljafería, el palacio islámico situado más al norte de Europa. Está considerado como una de las cimas del arte hispanomusulmán, junto con la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba.
La Aljafería está declarada como monumento histórico artístico y, además, es patrimonio de la Humanidad, como parte de la arquitectura mudéjar de Aragón. Además de residencia real, el Palacio de la Aljafería fue cárcel y Tribunal de la Inquisición entre los años 1487 y 1706. Después se convirtió en cuartel militar y en la actualidad es sede de las Cortes de Aragón desde hace casi cuatro décadas.
Un mercado modernista y dos museos imprescindibles
Tras la visita a la Aljafería nos trasladamos al Mercado Central, situado junto a las murallas romanas. Es una de las pocas lonjas modernistas de principios del siglo XX y es obra de Félix Navarro, un arquitecto que se empapó de las tendencias estilísticas parisinas tras su visita a la Exposición Universal de 1889.
Cerca se encuentran dos museos indispensables de Zaragoza. Por un lado, el Museo de Pablo Gargallo, que aglutina esculturas, cartones, dibujos, grabados y joyas del artista de Maella. Por otra parte, el Museo Goya. Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar, ubicado en el Palacio de los Pardo, recoge 15 obras de Francisco de Goya, además de las colecciones completas de los grabados.
Chocolate para merendar…
En el siglo XVI comenzó en Zaragoza una tradición chocolatera que ha llegado a nuestros días. En este sentido en Zaragoza hay varias chocolaterías, pastelerías y confiterías, algunas de ellas fundadas en el siglo XIX, que todavía están abiertas al público. Una de ellas es La Bombonera de Oro (Coso, 48) que vende los tradicionales guirlarchicos a base de cacahuete, azúcar y chocolate negro.
En este sentido, la oficina de turismo de Zaragoza ha lanzado el Chocopass, un bono que sirve para saborear 5 especialidades a elegir entre los establecimientos colaboradores.
…y tapas para cenar
Tras un breve descanso en el hotel -os podemos recomendar dos el Vincci Zaragoza Zentro y el NH Collection Gran Hotel de Zaragoza)- nos dirigimos a cenar al Tubo. Muchos se piensan que el Tubo es una calle y se equivocan. Es un entramado de callejuelas ubicadas en el barrio de San Gil, en el casco viejo de la ciudad, limitado por la Plaza España, las Calles Alfonso I, Don Jaime I y Méndez Núñez.
El Tubo Zaragoza es conocido por su oferta gastronómica ya que está repleto de bares y restaurantes. Los locales de tapeo abren todos los días de la semana y puedes ir a comer o a cenar, aunque es una zona que suele estar más animada por la tarde-noche entre semana y los fines de semana a cualquier hora del dia. Os podemos recomendar dos de los establecimientos en los que estuvimos Casa Lac (Mártires, 12) y el Meli del Tubo (Libertad, 12), donde degustamos unas tapas fantásticas.
Y por la noche…
Antes de ir a dormir y con el turbo ya puesto nos fuimos a hacer un recorrido nocturno por tres iglesias: San Pablo -conocida como la “tercera catedral” de Zaragoza-, la fachada de Santa Isabel y San Felipe. San Pablo destaca por su arquitectura mudéjar, reconocida como Patrimonio Mundial por la UNESCO, por su imponente retablo mayor de Damián Forment y por el inigualable sonido del órgano gótico de la iglesia, con más de 500 años de historia.
Por su parte, Santa Isabel es una capilla real dedicada a la infanta aragonesa y corazón de la Semana Santa zaragozana. En su fachada relata la historia del antiguo reino aragonés. Por último, la iglesia de San Felipe, es un templo barroco a la italiana con soberbias esculturas y joyas escultóricas como su baldaquino.
Esto es lo que nos dieron de sí 24 horas en Zaragoza. ¿Qué nos recomendáis para una próxima visita? Os leemos.