Esquí en la República Checa
La República Checa es un buen destino para los amantes del esquí. Sus estaciones invitan a disfrutar del paisaje invernal y de los placeres que se encuentran fuera de pista.
En este país centrouropeo, además de pasar un buen momento practicando deportes blancos, hay pequeños pueblos con encanto, balnearios, talleres de cristal de Bohemia, cervecerías y una excelente gastronomía, propuestas más que irresistibles cuando el termómetro baja de cero grados.
Esquiar en República Checa es todo un lujo porque sus estaciones no están muy masificadas y sus usuarios mayoritariamente nacionales. Asimismo, el visitante se puede alojar en hoteles de ensueño, relajarse en balnearios y recorrer pueblos de cuento donde la vida transcurre de forma tranquila, sin estrés.
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Montañas de Krkonoše
El recorrido por la República Checa más blanca debe comenzar en la sierra de Krkonoše, donde están las montañas más altas del país (Sněžka, 1.603 metros) y un buen número de estaciones de esquí.
Declarado Parque Nacional y Reserva de la Biosfera por la Unesco, la sierra de Krkonoše es el espacio más frecuentado en invierno para la práctica de deportes blancos. Aquí, además de poder practicar esquí alpino y de fondo, te puedes deleitar con unas increíbles vistas panorámicas y unos servicios de lujo.
Destacan las estaciones de Špindlerův Mlýn (el Aspen de la República Checa), Pec pod Sněžkou, Harrachov y Rokytnice nad Jizerou. Desde estos lugares, además, se accede fácilmente a las pistas de esquí de fondo de Krkonošská magistrála, que cuenta con decenas de kilómetros de paisajes espectaculares y el acceso al espectacular Salto de Agua de Mumlava.
Después de una más que satisfactoria jornada deportiva no hay nada más relajante que un baño de cerveza en un spa de Harrachov, sumergirse en una bañera con esencia de mandarinas en el hotel Wellness Praha o un rato de diversión en el parque acuático de Špindlerův Mlýn. Y todos estos momentos amenizados con la cerveza local Paroháč.
Y, para pasar la noche, os recomendamos el hotel Luční Bouda, el alojamiento situado a mayor altitud de Europa Central, a 1.410 metros sobre el nivel del mar.
Montañas de Beskydy
Las montañas de Beskydy son perfectas para la práctica del esquí de fondo ya que hay dos estaciones perfectamente acondicionadas y señalizadas.
La primera, Hostýnská magistrála, serpentea por las montañas de Hostýn durante más de 19 kilómetros. Fuera de ruta hay muchas propuestas para los esquiadores como el pueblo de Štramberk, conocido por sus especiadas y crujientes orejas, la población de Kozlovice, donde no hay que perderse la trucha a la molinera del restaurante Na Mlýně, o los productos elaborados con trigo sarraceno de la localidad de Frenštát pod Radhoštěm.
Por su parte, las pistas de esquí de fondo de Beskydská magistrála atraviesan algunos de los rincones más bonitos de este espacio protegido además de ofrecer nueve rutas de diferentes niveles de dificultad y extensión.
Una de las más románticas es la que lleva en telesilla (en Beskydská magistrála se instaló en el año 1940 el primero del mundo), hasta las colinas de Pustevny donde se encuentran las coloridas viviendas de madera construidas por Dušan Jurkovič y Michal Urbánek, una fusión de las casas de campo de los Cárpatos con los detalles de la arquitectura popular de la Valaquia morava y eslovaca.
Aquí también es posible gozar del placer de un baño de cerveza en el hotel Bahenec de Písek, cerca de Jablůnkov, o en la localidad de Rožnov pod Radhoštěm, donde también hay establecimientos que realizan envolturas de lúpulo y tratamientos de aromaterapia.
Parque Nacional de Šumava
El Parque Nacional de Šumava, que en primavera y en otoño destaca por el tono ocre de las turberas, el azul de los lagos o el verde de los bosques, en invierno se mimetiza, bajo el velo de las brumas, con la nieve.
Basta con calzarse los esquís de fondo y escoger entre los kilómetros de pistas acondicionadas de los alrededores de Zadov, Modrava, Kvilda o Churáňov para disfrutar de sus paisajes infinitos.
Los que practiquen la modalidad alpina o el snowboard también tienen su espacio en las estaciones de Špičák, Železná Ruda, Zadov, Nové Hutě. Asimismo, a orillas de Lipno, el mayor embalse checo, es posible darse el gusto de deslizarse por la pista de patinaje más larga del mundo.
En Šumava se pueden realizar excursiones como la visita al nacimiento del río Moldava, o vivir momentos de relajación en el hotel Frymburk, junto a Lipno, que ofrece energizantes masajes con chocolate.
Los restaurantes de la zona ofrecen platos típicos como el pato asado con albóndigas del hotel Nové Údolí de Stožec, las empanadas de col agridulce al horno (zelníky) del hotel Srní o la crema de setas (kulajda) del hotel Vydra de Srní. Y, si os gusta lo dulce, las crêpes de arándanos (trhance) en el hotel Šumava Inn de Kvilda son imprecindibles.
Tampoco podemos olvidarnos de la cerveza. La lager semioscura de la cervecería Šumavský pivovar de Vimperk es una auténtica maravilla que completa a la perfección esta experiencia.
Montañas de Jeseníky
Las montañas Jeseníky, al este de la República Checa, continúan siendo un lugar muy atractivo para los aficionados al esquí. Para experimentar la adrenalina del esquí alpino, basta con dirigirse al dominio de Ramzová, el centro de esquí más grande de Moravia, que tiene pistas impecables, telesillas modernos y varias opciones de alojamiento en sus alrededores.
Para quienes viajan en familia, Dolní Morava es su paraíso soñado. Además de la oportunidad de practicar esquí alpino en las montañas Králický Sněžník, esta región tiene pistas para niños, así como opciones para trineos y snowtubing.
Por último, la estación de Kouty nad Desnou se distingue por su excelente equipamiento del que destaca el primer telesilla de seis asientos de la República Checa.
Los aficionados al esquí de fondo disfrutarán de las pistas de Jeseníky, muy bien señalizadas, que atraviesan áreas llanas y ascienden hacia las cumbres de las montañas, alcanzando las altitudes más elevadas de este sistema montañoso.
Y, cuando se pone el sol y las temperaturas bajan, lo más reconfortante es aprovechar la variada oferta de los balnearios cercanos como el Karlova Studánka o el Priessnitz de Jeseník, que incluso cuenta con un balneoparque exterior concebido como un jardín acuático con baños de acupresión para pies, zonas de relax, etc.
También merece la pena sumergirse en la piscina termal del balneario de Velké Losiny, que, con sus 450 años de historia, es el más antiguo de Moravia. Hospedarse en esta pintoresca localidad balnearia es el culmen de un viaje de esquí por esta región checa.
Montañas Jizerské hory
Suaves montañas, pistas de esquí de fondo, pueblos pintorescos, fábricas de cristal y antiguas factorías de cerveza: todo esto es lo que ofrecen las Montañas Jizerské hory, en el norte de Bohemia, a los aficionados de los deportes blancos.
Los amantes de los paisajes invernales aquí encuentran más de 160 kilómetros de sendas de esquí de fondo en la llamada Jizerská magistrála. Con ocho puntos de salida, es posible comenzar la travesía desde lugares cercanos a los principales hoteles y albergues. Para los viajeros más avezados existe la posibilidad de competir con otros esquiadores en la carrera de esquí de fondo “Los 50 kilómetros de Jizerská”.
A los que les va el esquí alpino descubrirán 12 pistas de distintos niveles (9 kilómetros) en la estación de Ještěd. También hay un moderno parque de nieve, ideal para los snowboarders que deseen poner a prueba sus habilidades con diversos obstáculos.
Este lugar es perfecto para un viaje en familia, ya que cuenta con una academia para aprender a esquiar y un parque infantil.
Esta estación tiene un emblema, la torre de comunicaciones-hotel Ještěd, que no pasa desapercibida. Esta maravilla arquitectónica, a sólo 3 kilómetros de Liberec, cuenta con un original hotel de pocas habitaciones y un restaurante con vistas impresionantes.
Visita al Valle de Cristal y Liberec
Tras una jornada de esquí es muy recomendable acercarse al Valle del Cristal y visitar una de las pequeñas factorías donde elaboran cristal. Esta tradición artesanal milenaria ha sido reconocida recientemente como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Otras propuestas son visitar la ciudad de Liberec, recorrer los pintorescos pueblecitos de la región como Poniklá (donde es Navidad todo el año), observar a los artesanos del vidrio en talleres como los de Jiří Pačinek, Ajeto o Novosad a Syn, y degustar las contundentes sopas locales.
Y para descansar: un spa de cerveza o las relajantes terapias del centro Babylon de Liberec, que incluso cuenta con un parque acuático oriental.
Ya sea en las pistas de esquí o por su amplia oferta de après-ski, la República Checa es un destino que también invita a disfrutar en los meses invernales.
Guía práctica de República Checa
Consejos para viajar seguros y prevenidos
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