Gúdar Javalambre, el turismo del silencio viene para quedarse
Cuando regresas a un destino que ya conoces intentas recordar aquello que más te gustó cuando lo visitaste por primera vez. En el caso de Gúdar Javalambre, en la provincia de Teruel, fue el silencio de sus parajes y de sus noches. En esta ocasión he regresado sabiendo lo que buscaba: la desconexión absoluta.
Y lo logré porque los niveles de estrés me bajaron a niveles pre pandémicos.
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Mosqueruela, inicio de ruta
En esta ocasión mi ruta por Gúdar Javalambre empezó en Mosqueruela, que forma parte de la red de Pueblos Mágicos de España. Me recibió impasible bajo un sol de primavera maravilloso su Plaza Mayor soportalada y la iglesia gótico-barroca de la Asunción.
Di un breve paseo por sus calles y divisé algunos de sus portales que todavía quedan en pie como el de San Roque o el Teruel.
Caminé lo justo para que se me abriera el apetito e hice una sabia elección reservando mesa en el Restaurante Existe, que lo regenta una pareja valiente que decidieron lanzar su negocio en plena crisis por la epidemia del Covid 19.
Creo que no voy a poder olvidar en un tiempo sus croqueta de jamón de Teruel, las alcachofas a la carbonara, su arroz con gamba o su tarta de queso al estilo vasco acompañada de natilla de pino. Simplemente deliciosos.
Después de tal opíparo ágape no me quedó más remedio que caminar así que me dirigí a Puertomingalvo, una localidad de la cual conocía ya su castillo, pero no su centro histórico.
Por sus calles solo deambulaban algunos lugareños por lo que pude respirar su esencia plenamente y descubrir otros lugares como el Centro de Interpretación Castillos del Maestrazgo que alberga piezas arqueológicas e información acerca de las fortalezas y del Parque Cultural del Maestrazgo.
Mi siguiente destino estaba a escasos 20 kilómetros. Se trataba de Linares de Mora, un precioso pueblo entre montañas de la Sierra de Gúdar por el que también es muy agradable dar una vuelta sin prisas. Para tener la mejor fotografía de Linares de Mora hay que salir del centro y subir al mirador de la ermita de Santa Ana. La instantánea, que abre este reportaje, es fabulosa.
También en el municipio de Linares de Mora encontramos uno de los 17 árboles catalogados como monumentales de esta comarca turolense. Se trata del Pino del Escobón, de casi 25 metros de altura, un especimen tal especial, valga la cacofonía, que es labor imposible resistirse a darle un abrazo.
Receso en Alcalá de la Selva
El punto y final de mi primera jornada de viaje lo puse en Alcalá de la Selva que, al igual que Mosqueruela, pertenece a la plataforma Pueblos Mágicos de España.
Su imponente castillo ya lo conocía pero no así la pista de esquí sintética, la primera de este tipo de España, y su divertido tubby que han instalado en el barrio de la Virgen de la Vega. La pista verde instalada por Ángel Tébar y gestionada por Inma Ferrer es ideal para iniciarse en el deporte blanco para después darlo todo en la cercana estación de Aramón-Valdelinares.
En el municipio de Alcalá de la Selva se encuentra el espléndido Mas de Cebrián, un hotel rural con tanto encanto que enamora a simple vista.
Nada más entrar tuve la sensación de estar en un remanso de paz y tranquilidad. Mi habitación disponía de estufa de leña y una bañera con velas perfumadas, un espacio pluscuamperfecto que invitaba al relax después de una jornada recorriendo la comarca y que incitaba a las parejas a reencontrar el fuego perdido de sus vidas.
Tras la cena tuve la ocasión de vivir una experiencia bajo las estrellas de la mano de Juan Carlos Leguey, miembro de Afonocte (asociación de fotógrafos nocturnos de España). Cabe recordar que la comarca de Gúdar Javalambre es uno de los mejores territorios de Europa para observar las estrellas y el primero de Aragón que obtiene la certificación otorgada por la Fundación Starlight.
Una de las pocas (o muchas según se mire) ventajas que tiene la despoblación es que los cielos son perfectos para el astroturismo.
Rubielos de Mora, la marca de bombones tiene razón
Mi ruta por la comarca de Gúdar Javalambre alcanzó niveles stendhalianos en Rubielos de Mora, que por algo pertenece a la asociación Pueblos más Bonitos de España. Esta localidad turolense se convirtió además en el pueblo más bueno y bello de España en 2016 tras ganar el certamen que organiza cada año una exquisita firma de bombones.
El bien llamado Pórtico de Aragón cuenta con lugares increíbles como su Casa Consistorial, un excelente edificio renacentista con una preciosa lonja en la primera planta.
Callejeando por Rubielos no hay momentos para el aburrimiento ya que hay un sinfín de casas solariegas y pequeños palacetes que pertenecieron a nobles y algunos edificios singulares como la excolegiata Santa María la Mayor, con un gran retablo gótico internacional del siglo XV.
También embelesan sus conventos como el de los Carmelitas Calzados, y su magnífico claustro, y el de las Madres Agustinas, extramuros. Cabe recordar que Rubielos era una villa completamente amurallada que llegó a contar con siete portales de los que hoy quedan dos: el de San Antonio y el del Carmen.
Un lugar menos conocido de Rubierlos de Mora es el museo dedicado al pintor local Salvador Victoria que alberga parte de la obra del autor y una colección muy interesante de arte contemporáneo.
Un baño de bosque en Olba
Debo reconocer que tenía mucha curiosidad por saber qué era un baño de bosque y a las afueras de la bonita población de Olba tuve el placer de descubrirlo de la mano de Teresa Laguna de La Casa de los Moyas.
Un shinrin-yoku (en castellano baño forestal) es una práctica japonesa que consiste en pasar tiempo en el bosque de forma meditativa. De esta manera se consigue una desconexión brutal del día a día y se permite a la naturaleza que entre en nosotros a través de nuestros cinco sentidos.
La experiencia fue muy enriquecedora porque Teresa consiguió que, al final, solo oyera los pajaritos del bosque y la corriente de agua del río Mijares, y sintiera la brisa tenue en mi piel. La actividad acabó con un té con pastel de limón que puso una maravillosa guinda a esta propuesta más que recomendable.
En la tierra de la trufa negra
Mi ruta continuó por Mora de Rubielos (otro Pueblo Mágico de España) que destaca por su enorme castillo y la excolegiata de Santa María. No es broma. En Teruel hay un Mora de Rubielos y un Rubielos de Mora por lo que hay que estar bastante atentos para no confundirsen en una ruta por la provincia.
En Mora de Rubielos tuve el placer de degustar uno de los productos más codiciados de la gastronomía local: la trufa negra. El lugar fue el restaurante Melanosporum del Hotel La Trufa Negra que nos agasajó con un plato exquisito a base de jamón de Teruel y huevos con trufa. Para bajar la comida la propuesta me sedujo completamente: una sesión de spa y una colación a base de trufas y cava aragonés. De vicio.
Después de recorrer Mora de Rubielos me dirigí a mi siguiente alojamiento, la Masía La Torre, donde seguí degustando la gastronomía local sin ningún tipo de moderación.
En busca de la naturaleza de la sierra de Javalambre
El tercer y último día en la comarca de Gúdar Javalambre lo dediqué a recorrer pueblos maravillosos y senderos en plena naturaleza. La primer parada la hice en Manzanera, conocida por su emblemático Portal de Abajo, donde empecé una ruta a pie de unos 11 kilómetros hasta llegar hasta Fuente Tejeda.
A lo largo de este sendero vi lugares maravillosos como la Sabina del Desmayo, otro de los árboles monumentales de la comarca turolense, o el Balneario El Paraíso. Otra de las rutas que también se puede realizar es la que lleva a la Fuente del Gavilán por lo que esta zona es perfecta para los andarines.
Otro de los spots de la sierra de Javalambre es Albentosa por donde pasa el viaducto de la Vía Verde de Ojos Negros que conecta Teruel con la Comunidad Valenciana.
Puse punto y final a mi ruta por Gúdar Javalambre en La Puebla de Valverde, una población recoleta que fue uno de los escasos asentamientos amurallados que había en Aragón en el siglo XV.
En La Puebla de Valverde todavía pueden verse sus emblemáticos portales de Teruel y Valencia y algunos enclaves como la iglesia de Santa Emerenciana, la Plaza Trucharte o la curiosa Fuente de los Santos.
En la Puebla de Valverde me alojé en un establecimiento de aúpa: La Fonda de la Estación, situada justo al lado de la Vía Verde de los Ojos Negros. Mi habitación era, simplemente, espectacular, al igual que la gastronomía de su restaurante La Fondica.
Creo que su merluza sobre crema Dubarry de coliflor y su tarta de queso y galleta van a perdurar en mi memoria para siempre jamás, al igual que mi adoración por la comarca de Gúdar Javalambre.
Más información https://gudarjavalambre.es
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