Izabal, en busca del Caribe verde
Cuando pensamos en el Caribe enseguida nos vienen a la mente idílica playas de arena blanca y aguas azul turquesa. Pero en Guatemala también existe un Caribe Verde en el departamento de Izabal, reflejo de los ricos ecosistemas habitados por especies únicas. Cuenta asimismo con un gran patrimonio formado por sitios arqueológicos Patrimonio de la Humanidad además de construcciones coloniales.
Izabal tiene varias reservas naturales muy destacadas como el homónimo lago, el más grande de Guatemala. Está rodeado de increíbles y bellas playas en medio de la selva tropical. En sus aguas hay varias especies acuáticas, además de manatíes y cocodrilos. Otra zona protegida de Guatemala es Siete Altares, a tan solo unos minutos de Playa Blanca. Aquí se esconden maravillosas pozas de color turquesa, además de una variada flora y fauna. Otras reservas naturales son Punta de Manabique, río Dulce, el biotopo Chocón Machacan y Bocas de Polochic.
En el departamento de Izabal hay varias muestras de la cultura maya y del periodo colonial. Por un lado, el sitio arqueológico de Quiriguá, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981, cuenta con la estela más alta del mundo maya con un total de 10,5 metros.
Está situado en un lugar estratégico tanto para el control de la exportación de jade y obsidiana que se extraía en las áreas cercanas como para el transporte de dichas rocas a través de de las rutas comerciales a lo largo del río Motagua. Por otra parte,el Castillo de San Felipe de Lara es una fortaleza situada en la desembocadura del río Dulce con el Lago de Izabal. Fue edificada en el siglo XVII para proteger las propiedades coloniales españolas contra los ataques de piratas.
Por último, merece la pena visitar Livinstong, el único pueblo garífuna de Guatemala. Los garífunas provienen de los indígenas Caribes y Araguados que habitaban en las costas de Suramérica que se mezclaron con los esclavos africanos que emigraron para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar.
La lengua garífuna, junto con la danza y la música de esta etnia centroamericana (que nada tienen que ver con el resto del país) fue proclamada por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2001 e inscrita en 2008 en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.